Si no me quieres por ser yo por lo que hago, por como lo hago, porque me gusten los perros, escribir, porque tenga mechas, o estrías, varices o un lunar en el ojo, porque sea de aquí o de allí, porque ame así y asá, porque no sepa hacer el pino puente, ni nadar, ni quiera hacer puenting pero tenga la duda de tener los cojones de tirarme al vacío con paracaídas algún día, porque te caiga mal, porque algo en mi te chirría, porque que sea lo que sea de mi, yo por ejemplo, te molesta, entonces, si no me quieres de esa forma, mejor no me quieras de ninguna. No tendría sentido. Ni siquiera en mi imaginación.
Dejé atrás a los cualquiera. Mejor sola que con cualquiera acompañada. Lo de cualquierizarnos tiene sentido si da la casualidad que coincidimos haciéndolo. Como si fuera un trato comercial. Como si nos estuviéramos usando el uno al otro para un fin, pero es que yo hace rato que hablo de alma, no de ego y aunque no dependa de mi ni de ti, lo que el uno terminemos siendo para el otro, si notas que no te llego a la suela de los talones, haces muy bien en desaparecer. No me merezco menos (ya me las arreglaré yo para encajar tu ausencia. Eso es cosa mía, lo mismo que es cosa tuya encajar tu las tuyas, porque las tendrás).
Yo contigo haré lo mismo, por eso desaparezco cuando lo hago, por eso no te contesto, porque si para mi eres cualquiera, no voy a dedicarte tiempo, ni atención. Ni siquiera tengo que ser políticamente correcta. No te mereces menos, a no ser que coincidamos, entonces si, entonces el equilibrio.