Viaje de Integración del Eneatipo 2
El día que me casé, no tenía ni idea que iba a hacerlo.
Había iniciado un viaje. Un viaje en el que fui decidiendo, poco a poco, atravesar la gelatinosa zona de miedo y avancé y me atreví a soñar con todas las consecuencias.
A soñar a pesar del miedo de la grandeza de ese sueño.
Tenía tantos miedos, que decidí juntarnos todos.
Hacer una bola gigante y meter dentro de esa bola, el sueño más grande que podría tener: Quiero vivir sola a Nueva York. Dos meses. El tiempo justo y necesario para sentirme allí tan lejos de mi zona de confort. Allí, para que me diera tiempo a crear otra zona de confort.
¿Y sabes qué? Este día me casé conmigo y no tenía ni idea que lo estaba haciendo.
Me di cuenta después. Me doy cuenta ahora. Ese día sin yo saberlo, estaba haciendo un ritual.
Ya no estaba soñando. Estaba dentro del mismísimo sueño. En el centro. Yo. La intensidad.
La grandeza de estar viva sintiendo El Milagro.
Ese día, decidí casarme conmigo, con mi pasado y con mi presente, con mi albedrío, con mi libertad y con la tuya, con La Libertad de los demás.
Conmigo para Siempre.
Y durante todo ese tiempo, no tuve miedo, excepto el día que tuve que volver.
El día que me casé (Conmigo)
