A mi el dolor no suele enseñarme nada. El Amor, TODO.
Cada día una parte de mi alma y de mi corazón o lo que es lo mismo; yo, recuerda a Antonio Gala y me emociono mientras lo hago, es como que me reconforta saber que esta por aquí, en este planeta, como tantos genios vivos. Claro, esto mismo me pasa con los míos. El Señor Gala es como el padre que nunca tuve, de hecho podría jurar que soy escritora gracias a el, mi hermana mayor entonces se llama Fundación Antonio Gala (su hija reconocida). El es mi padre ficticio pero verdadero, porque el verdadero fue ficticio. Los quiero a ambos lo mismo, a cada uno su parte correspondiente. Soy de los dos, también de mi madre y de todas las personas que me han querido. Gracias a esas personas y a lo que he aprendido, Amo, os amo. A mi el dolor no suele enseñarme nada. El Amor, TODO.
La historia que voy a leer a continuación, la he leído en mas de una ocasión y en todas la emoción me gana hasta llorar, llorar del llanto, llorar del gusto, de la emoción. Es la historia de un amor, tal vez presagiaba demasiado la historia de mi amor en aquel momento. La última vez, le pedí a quien fue una gran amiga y compañera de vida, que me la leyera. Yo vivía ya en Madrid y ella, tras una cruel ruptura, decidió cambiar de aires. A través de una amiga común vino al piso que yo misma alquilé y que al compartirlo podía pagar mas cómodamente. Esa casa era algo mas que un hogar. Cada uno teníamos nuestro espacio y llegue a conseguir que esas paredes se convirtieran en el paraíso a donde llegar y llevar todo el amor y la libertad que entrara dentro (ella y ellos se fueron, pero vinieron otros, fueron 8 años de azúcar, canela y miel). Por falta de espacio en la casa, esperamos hasta que algún otro compi de piso se fuera para que ella pudiera tener su propia habitación. Mientras tanto, lo que hicimos, fue vivir nuestra propia luna de miel. Dormíamos juntas, íbamos a los mismos conciertos, pusimos un tablón gigante que iba de pared a pared para conseguir tener cada una nuestro escritorio, en aquella época lo de los portátiles no se veía. Soñábamos igual. Eramos, decíamos entre risas; el binomio de la suma. Gracias a ella escribí el que fue mi primer blog, su seudónimo era Llaeza, el mio Serena. Sentíamos una conexión como lo suelen ser todas, mágicas. A ella me la regaló la vida, pues en realidad llegó a mi, a través de una amiga común (que tampoco está y que también echo de menos). Las perdí por idiota. Eramos amor del bueno, transmisiones umbilicales de un alma a otra, vivir, fluir, llorar, reir, amar, sentir ¿que sentido tiene la vida si no es el de conectar con almas afines?. Era una noche mas y aquel día, le pedí a mi escritora favorita que en lugar de leerme sus textos, me leyera este. Puse en sus manos el libro «La soledad Sonora», le dije; cuéntame la historia de la página 83. Me metí en su regazo abrazándola desde la cintura. Busqué mi hueco en su cuerpo, como un gato reposé mi cara en su pecho. Mientras la apretaba acercándola a mi lo mas cómodamente que pude, oía su respiración y estas palabras;
Pincha Aquí si quieres escuchar este texto locución de este texto locutado.
Al final del primer cálido año decidieron vivir juntos. No fue una decisión quizá, sino una consecuencia lógica; ni lo tuvieron como una prueba más atractiva que conveniente. Para ellos era -se lo decían riendo- unir el máximo de tentaciones con el máximo de comodidad para poder caer en ellas. Nunca hasta entonces habían creído que la felicidad pudiera ser tan grande, ni un entendimiento tan perfecto, ni la vida tan luminosa. Cuando el amante apagaba la luz, ya la cabeza de amada había aumentado de peso sobre su brazo. << ¿Qué es el tiempo?>>, se preguntaba: <<Aquello que mide el pulso de este cuello; lo que yo tardo en sentir que esta cabeza se aísla y se aleja quedándose a mi lado>> (…) el amante abría los ojos, y veía a la amada cabeza todavía dormida, con los labios hinchados por el sueño. Y la recuperaba con un beso. El desayuno era como una fe de vida, y un acta levantada a la esperanza.
Por entonces el amante trabajaba a rachas. Estaba sobre todo, ocupado por el amor. Fue una larga ¿larga? Luna de miel, en la que la miel lo invadía todo, endulzaba los cuerpos, los pegaba uno a otro. De miel y acíbar, pues el amante nunca amó la forma sosegada. Hacía llorar a veces a los ojos amados para probar así su amor. Porque era demasiada exigencia reducir el mundo a ellos, a unas manos, a una boca y demasiada responsabilidad la que vertía sobre esas manos, esa boca y esos ojos. Oían música en ocasiones solo para trasladarse de uno en otro, juntos, bamboleantes igual que barcos ebrios. Bebían alcohol en ocasiones para multiplicarse y ver doble, entre risas, su gozo. Como niños perdidos en un bosque se buscaban y se encontraban y se extraviaban para recuperarse (…) La principal faena era el amor; lo demás, flores que se caían de las manos: ya poemas, ya comidas extrañas, ya proyectos; peleas y reconciliaciones apasionadas, casi insoportables entregas y tensiones.
A los dos años el amante se había implicado en su trabajo como en una liga que lo inmovilizaba poco a poco, y los trabajos del amor perdidos lo arrebataban menos en su carro de fuego. Hubo separaciones temporales, imprevisibles viajes, desdenes repentinos, celos, celos. (<<Los celos>>, repetían, <<tienen que ser inmotivados siempre. Si fuesen con motivos se llamarían ya cuernos>>.) Un distanciamiento creciente y sutil y apenas percibido los separaba; no los dejaba verse algunos días, como una difusa niebla que va espesando el aire y emborrona perfiles. Introdujo el amante nuevos vínculos artificiales para agarrar lo que se le iba de las manos; un perrillo gracioso, que necesitaba la presencia simultanea de sus dos amos; una casa más grande donde no era preciso, para caber, que uno estuviese en brazos del otro… Pero ¿Qué puede defender de si mismo un amante? El amor jadeaba. Hacían lo imposible por no mudar el escenario, siendo así que los que mudaban eran ellos. Confiaban a ciegas en la inercia del amor; como si el tiempo fuera una garantía; como si la duración lo protegiese; como si el amor y la aventura se distinguieran por la estabilidad y la permanencia, y no por lo que esta debajo de ellas. (<<De cuanto iba a durar, no duro nada: / sólo una sed de nuevas aguas dura…>>)
El amante, sin darse cuenta, volvió la cara hacia otro sentimiento. No suyo, sino ajeno. Se dejó envolver por una relación en que el era el amado. Se distrajo de aquel cuerpo glorioso. Se entusiasmo con su trabajo por recurso. Se quedó a solas con el perro. Viajaba y olvidaba. Se hizo más fuerte y más extraño. Perdió, en definitiva: se perdió. En la casa de antes tan minúscula, siguió quien en el fondo no la había abandonado. (<<No por amor no por tristeza, / no por la nueva soledad: / porque he olvidado ya tus ojos / hoy siento ganas de llorar.>>) Pasaron unos años de los que el amante apenas recordaba los sucesos. Era otra inercia, era otra aspiración, era otra búsqueda. El corazón se hacia el desentendido, y bogaba a deshora a la deriva. Atracó allí donde veía un desembarcadero… Pasaron los años.
La noticia fue tan cegadora y súbita como un rayo. El páncreas, o el hígado, o no sabia que vísceras mortales traicionaban a aquel cuerpo glorioso. Una noche el amante inauguraba una galería leyendo los poemas de amor que sólo un amor le había inspirado. De amor y de dolor, de cántico y de ultraje. Al concluir se lo comunicaron; el requerido cuerpo agonizaba en una UVI en aquellos momentos. A la mañana siguiente mandó todas las flores del mercado para ocultar la muerte; pero a la muerte no la ocultan flores. Recordó, en el entierro, que la persona por la que el mundo estuvo un tiempo en flor tenía miedo de la lluvia cuando arreciaba y de la luna llena. Era diciembre, y cada noche la lluvia mojaba las tumbas, y la luna, con su luz fría, las losas. El amante no le podía perdonar que no hubiese resistido hasta el fin. <<Es una broma que me está gastando. Volverá de repente, como antes, diciéndome:”Yo soy tu único paisaje”. >> Pero nunca volvió.
Murió también el perro. Murió acaso el amante, que es probablemente el primero que muere. Y, si algo de él no ha muerto, es porque lo sostiene la memoria. Y porque no es posible que muera, ya que es el único testigo de cuanto sucedió, y, lo que una vez sucede, sucede para siempre. Para eso es para lo que sirve el corazón de los amantes: para ser el testimonio verdadero de este mundo, que no es verdad sino cuando el amor lo toca. Porque en esta historia, como en todas, lo único que cuenta es lo que no se cuenta y no es dable contar: los altibajos del sentimiento, muestra desvalida inseguridad, la soledad terrible de los acompañados, las multiplicaciones de la vida y las duras cosechas del amor. De eso es de lo que malvive aún hoy día el amante. Y de lo que vivirá quizá después de muerto. Nunca entendió el amor de otra manera, si es que entendió el amor.
La Soledad Sonora de Antonio Gala.
Esta lectura es una metáfora de cómo de vivo esta el amor cuando vive y como se desvanece entre la niebla del tiempo cuando pasa.
¿De que nace el amor?; de Todo.
¿Que busca?; Todo.
¿Cual es su fin?; Todo.
¿Que promete?; Todo.
¿Que da?; Todo.
-Habla como si estuviese usted enamorado.
-Yo siempre he estado enamorado, me parece que no se puede dejar de estarlo; de una cosa o de otra, de una persona o de otra, de una idea o de otra. El Amor, de verdad es el motor del mundo, sino el mundo se detiene. Antonio Gala.
Jolín, me has dejado con un nudito en el estómago, pequeña…Yo después de algo tan desgarrador, qué te puedo decir? Que cuando la gente sale de tu vida es para dejar hueco para otras personas que enriquecerán tu camino, a lo mejor no del modo que esperas, pero dale tiempo al tiempo.
Un besazo enorme!
Que no cunda el pánico reina!, que ese tiempo del que hablas ya pasó, bueno en realidad fui yo la que pasó.
Ese escrito es una metáfora de como de vivo esta el amor cuando vive y como de muerto cuando muere y que penita con lo bonico que era..jejeje